Están normalizados desde hace años. Los ascensores forman parte del día a día en la vida de prácticamente todas las personas. Los usamos en nuestras viviendas, en el trabajo, en centros comerciales y en diferentes edificios. Sin embargo, existe un sector de la población que no ve con tan buenos ojos a los elevadores. Algunas personas evitan usar el ascensor porque no se sienten cómodas ante esa situación. ¿Existe realmente el miedo a los ascensores?
En la mayoría de casos, detrás del miedo a los ascensores se esconden dos fobias muy conocidas: la claustrofobia y la acrofobia. Es decir, el miedo a los espacios cerrados o muy reducidos; y el miedo a las alturas, respectivamente.
Estas dos fobias suelen ser las protagonistas cuando una persona se siente desubicada en el momento de tener que subir a un ascensor o, incluso, cuando es incapaz de hacerlo. A ello le sumamos el temor irracional a que el elevador tenga algún fallo técnico y la persona pueda quedarse encerrada en él.
Normalmente, los síntomas se empiezan a notar desde que se da el primer paso al subir al ascensor, pero también se pueden notar cuando el ascensor comienza a ascender. En ambos casos, la persona afectada notará un nerviosismo descontrolado, ansiedad o pánico, que puede llegar a provocar hiperventilación, sensación de falta de aire, mareos, sudoración o hasta taquicardia. Todo ello sumado a pensamientos irracionales acerca de la tragedia que pudiera ocurrir en caso de que el ascensor falle. Convirtiendo así un acto cotidiano como lo es subir a un ascensor, en una situación complicada para la persona que sufre de estos síntomas.
¿Qué podemos hacer para afrontar estas situaciones?
Existen una serie de recursos que se pueden llevar a cabo para lidiar con la desagradable fobia a los ascensores. Una de las claves fundamentales es mantener una respiración calmada y profunda, algo que funciona muy bien en momentos de ansiedad, y que ayuda a controlar la función cardíaca, por lo que se pueden evitar mareos y/o asfixias.
Por otro lado, la persona afectada también deberá intentar mantener la mente fría y no caer en conductas de escape compulsivas como forcejear con la puerta o apretar todos los botones. Esto es contraproducente y sólo aumentará el estrés y la ansiedad.
Otros trucos que pueden ayudar en estos momentos son ir acompañado de una persona que brinde tranquilidad y seguridad; y mantenerse ocupado leyendo, hablando por teléfono o usando el móvil.
Desde Embarba alentamos a todas aquellas personas que puedan sentirse identificadas con estos síntomas a dar el paso de superar esta desagradable fobia. Un ascensor es un lugar seguro que nos facilita las tareas cotidianas, por lo que no hay que tenerle miedo o rechazo.
¡Ánimo!